Con el programa IRIS² y bajo el lema de independencia tecnológica y seguridad en las comunicaciones, la Unión Europea quiere establecer su alternativa a los sistemas de conectividad satelital dominados por gigantes como Starlink de SpaceX y el Proyecto Kuiper de Amazon.
Desde su concepción en 2022, IRIS² ha evolucionado como un proyecto ambicioso que integrará casi 300 satélites en bajas y medias órbitas terrestres para el año 2030. Esta red ofrecerá acceso a Internet en regiones remotas, además de ser una herramienta para proteger infraestructuras esenciales y reforzar la soberanía tecnológica del continente.
Con un presupuesto de 10600 millones de euros, el proyecto es un ejemplo de cooperación entre el sector público y privado. Empresas de renombre como Airbus, SES, Thales Alenia Space, Eutelsat y la española Hispasat forman parte del consorcio SpaceRISE, el cual se encargará de su desarrollo y operación. Este acuerdo también ha sido posible gracias al apoyo de la Agencia Espacial Europea, que cubrirá más del 60% del coste total junto con la UE, mientras que el resto provendrá de inversiones privadas.
Eutelsat, uno de los principales inversores, ha comprometido 2000 millones de euros con la expectativa de fortalecer sus satélites de próxima generación y enfrentarse a los retos financieros derivados de la competencia en el mercado espacial.
El cronograma plantea el inicio del lanzamiento de los satélites en 2029, utilizando el cohete Ariane 6 para completar 13 misiones antes de finales de 2030, cuando se espera que el sistema esté completamente operativo.
Reflexión sobre IRIS²
IRIS² podría extenderse más allá de Europa, ofreciendo conectividad en lugares donde las infraestructuras terrestres no son viables, ya sea por conflictos, desastres o falta de recursos. No obstante, aunque algunos piensan que el proyecto podría garantizar la autonomía digital de Europa y contrarrestar la influencia de países como China o Estados Unidos, otros lo ven como un vehículo para beneficiar a determinadas empresas mediante subsidios encubiertos.
La decisión de Europa de adentrarse en la competencia con gigantes como Starlink y Kuiper plantea preguntas sobre sus prioridades y razones. ¿Por qué reaccionar después de que estos sistemas hayan establecido un dominio global? La tardanza en concebir un proyecto como IRIS² evidencia una falta de previsión cuando la conectividad satelital ya lleva años mostrando su importancia para cerrar la brecha digital. En vez de liderar, Europa parece contentarse con ir a la zaga, limitando la capacidad de este programa.
Además, el carácter público-privado del proyecto hace preguntarse si realmente estará orientado a ofrecer conectividad gratuita o asequible a los hogares europeos. Si el acceso queda restringido a gobiernos y grandes empresas, o si los costos terminan reflejándose en tarifas inalcanzables para el ciudadano medio, IRIS² correrá el riesgo de ser percibido como un instrumento para proteger intereses corporativos más que como una solución para democratizar el acceso a Internet.