- No falta quien asegura que las criptomonedas son inversiones «de riesgo» basadas en la confianza
- Esto puede ser cierto, pero otras inversiones sin tanto juzgamiento no son menos meme que ellas
- ¿Por qué la visión que tenemos de cualquiera de estos sistemas depende de nuestras creencias?
En los últimos tiempos, por motivos obvios, mucho se habla sobre las criptomonedas, y un buen porcentaje de ello en comparación con otras inversiones. No son pocos los expertos que se burlan de su volatilidad y escasa seguridad, si entendemos así ese retorno de lo invertido. Pero, ¿realmente las demás opciones son más seguras que éstas?
Esta pregunta surgió hace unos días, cuando el precio de Dogecoin, también conocida como la criptomoneda meme, subió más de un 100%. Por supuesto, no faltaron los entusiasta de esta altcoin asegurando que se trata de la mejor inversión que han hecho en sus vidas y cosas similares. Pero más allá de tales exageraciones, tampoco podemos menospreciarla. O al menos no hacerlo mientras miramos para otro lado respecto de las monedas fiduciarias.
Al final, independientemente de que el mercado alcista de Dogecoin haya llegado para quedarse o no, es un hecho que la mayor parte de los inversores quieren sacarse de encima el dinero gubernamental porque advierten que los países que lo emitieron no tienen ni idea de cómo van a hacer frente a sus deudas. De ahí el pronóstico que está recorriendo los portales especializados en los últimos tiempos, anticipando una «muy probable» deflación.
Las monedas fiat, otro meme
Dicho de otra forma, el sistema financiero que hemos heredado ha convertido el dinero por decreto en otro meme. Queremos decir: la gente cree que ese dinero vale algo simplemente porque la convención social así lo indica
Paradójicamente, casi ninguna de estas naciones producen suficientes «cosas» para justificar los precios que tienen en el mercado sus monedas, y la prueba de ello es que prácticamente todos los países devaluaron sus monedas ante el dólar a lo largo de los últimos años, evidenciando que no pueden sustentarse por sí solos.
Entonces, el dinero que tenemos en nuestra cuenta bancaria no es otra cosa que un espejismo, el resultado de una muy bien desarrollada ingeniería financiera, que funcionó durante un siglo apoyada en decretos gubernamentales amén de la nostalgia colectiva. Pero los postulados están más en duda que nunca, y todo es incertidumbre.
Es por eso que más allá de las burlas en torno a las criptomonedas, no deberías dejar de pensar que las inversiones modernas tienen muchos más memes, algunos que van más allá de Bitcoin y las altcoins, y parecen confiables.
Si bien se promocionan constantemente opciones de inversión como los bonos, las acciones y los fondos indexados, todo el mundo está entrando en ellos. Y ya sabemos cómo suelen terminar las inversiones donde todos invierten. Otras aparentemente prometedoras, como las energías renovables, aún no ofrecen retornos sustanciales.
La trampa de las inversiones ESG
Y después están las inversiones que dependen de insumos que provienen de China u otros países de bajos ingresos, en los que podríamos apostar que no existe ninguna preocupación por los derechos humanos ni la protección de los trabajadores. Incluso en los Estados Unidos se extraen materiales de la tierra en cercanías de comunidades nativas, exponiendo la salud de sus integrantes, básicamente porque el aparato político sabe que no tienen ningún peso.
Estas supuestas inversiones sostenibles y responsables tienen más que ver con el sentimiento de culpa que con un esfuerzo verdadero por mejorar las condiciones de aprovechamiento de recursos del planeta, así que ahí tenemos otro clarísimo ejemplo de un meme, de un dibujo que poco tiene que ver con lo que pasa en la realidad.
¿Ha llegado el momento de Dogecoin?
Con todo lo anterior, lo que queremos decir es que la historia ha demostrado que no hay nada tan poderoso como una idea a la que le ha llegado su momento. Eso no necesariamente significa que a Dogecoin ya le llegó el suyo. Únicamente señala que las inversiones que siguen funcionando lo hacen porque todavía éste es su momento.
En definitiva, las criptomonedas son la expresión de algo más grande, de la sensación de que cualquiera puede tener una prosperidad financiera sin importar quién es, dónde vive, cómo luce o quién le gobierna.
Dogecoin es un meme, sí, pero las reacciones de las personas a un sistema financiero heredado y obsoleto no lo son en absoluto, y ese es el mayor respaldo que tienen Bitcoin y las varias altcoins que siguen en carrera.
Por eso podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que tanto supuestos idealistas como supuestos estafadores están detrás de un meme, de una construcción social que se ha hecho en torno a la representación de una idea. Estamos todos alimentados por el mismo sistema y las diferencias entre Dogecoin y ESG son irrelevantes.
¿Es la industria de la criptografía un espacio perfecto para la codicia, los fraudes online y la gratificación instantánea? ¿Es la base tecnológica de las redes financieras del futuro? Un poco de esto y otro poco de aquello. Como en todas las demás inversiones, depende con qué visión quieras quedarte, y en qué «meme» quieras poner tu dinero.
Y tú, ¿qué piensas sobre esto de las criptomonedas, las inversiones y los memes?