Ciertamente los discos de estado sólido ofrecen al usuario de un ordenador una velocidad de transferencia de datos impresionante, algo que nunca había sido visto hasta el nacimiento de esta tecnología. Si, sus precios son bastante costosos, y las capacidades de almacenamiento bastante menores a la que la mayoría de personas está acostumbrada (como es el caso de los MacBook Air, que vienen con discos SSD con 64 o 128 Gb de almacenamiento).
Pero así como tienen esta gran ventaja de velocidad, existen rumores sobre que la vida útil de estos elementos puede ser escasa, debido al esfuerzo que suponen las altas tasas de transferencia.
Es por esto que distintas empresas se han dedicado a probar sus discos sólidos, comparándolos con discos tradicionales de tipo HDD, donde en muchos (y quizás todos) los casos, si bien contaban con una velocidad increíblemente superior, morían de manera abrupta luego de mucho esfuerzo al que eran sometidos.
De igual manera, esta tecnología podría representar lo que en el (no muy lejano) futuro serán discos sólidos de altas velocidades pero con grandes capacidades de almacenamiento como las que pueden contar los HDD actuales, pero con costos más asequibles para los usuarios, los cuales seguro no dudarán en hacerse con uno de estos, en el momento que lleguen a costar menos de un euro por cada Gb.