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Efectos de la tecnología sobre la escritura académica

Todos nosotros convivimos con diferentes aparatos tecnológicos. Muchos de ellos, como los móviles, el ordenador o la televisión, los usamos casi de forma constante. Y como el objetivo de varios de estos equipos no es otro que el comunicarnos con los demás mediante texto, buena parte de lo que escribimos pasa por sus teclados y pantallas. Ahora bien, ¿cómo puede afectar esto nuestras deseadas habilidades de escritura académica? A continuación, intentaremos resolver esta cuestión. Cuestión nada menor.

Un hábito con ventajas y desventajas

Lo primero que debemos señalar en este sentido es que, como casi todos los aprovechamientos de los avances tecnológicos, redactar desde un dispositivo digital tiene sus puntos fuertes pero también débiles. Así como los correctores gramaticales nos ayudan a evitar errores, la automatización de la escritura puede jugarnos en contra. Pero es necesario hacer un análisis un poco más profundo. Y a eso vamos.

Entre los argumentos a favor del desarrollo de la escritura académica gracias a la tecnología figuran varios. Podemos señalar cuestiones como un ahorro de tiempos. O una mayor capacidad de colaboración en la generación de textos. Además de revisiones inmediatas, y la ponderación de ideas por encima del lenguaje.

Como contrapartida, aparecen otros elementos que tampoco deberíamos perder de vista. Algunos de los que preocupan a los especialistas son los plagios, la jerga propia de entornos cibernéticos, la impaciencia, la imposibilidad de mantener la atención y, sobre todo, la excesiva dependencia para con estos terminales.

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Efectos positivos de la tecnología en la escritura académica

Comencemos entonces un repaso más pormenorizado en torno a los efectos positivos de la tecnología en la escritura académica. Por un lado, no quedan dudas de que hoy escribimos mayor cantidad de palabras al día que años atrás. Plataformas como WhatsApp, Telegram y otras de mensajería instantánea nos facilitan la tardea. Y, además, están integradas tanto en ámbitos meramente sociales como también educativos.

Si el período de enseñanza se ha vuelto más complejo para los jóvenes, éstas herramientas son una de sus grandes aliadas para pasar por esta etapa de la vida de un modo más ameno. Incluso, existen programas pensados para adoptar formatos de escritura y estilos específicos. Hablamos de las normativas Chicago, Harvard, AGLC, etc. Cumplir con las tareas les demanda menos tiempo y una investigación más profunda.

Internet con sus millones de fuentes a un sólo click de distancia es el otro gran protagonista de este escenario. Los escritores académicos buscan, y generalmente encuentran, material acerca de sus estudios. Y pueden añadirlos a los textos originales sin pasarse el día en la biblioteca.

Asimismo, a medida que el alumno optimiza su comprensión del medio virtual, puede elevar sus aspiraciones en tanto escritor. Puede interaccionar con profesionales destacados, dejarse guiar por especialistas, y así dar la vuelta de tuerca final a sus producciones sin moverse de casa.

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Efectos negativos de la tecnología en la escritura académica

Pero todos los aspectos anteriores tienen, desde luego, una contraparte. El primer obstáculo con el que suele encontrarse la escritura académica es el plagio. No necesariamente la copia literal de un grupo de palabras en el mismo orden. Casi siempre se trata, en cambio de un plagio intelectual, de ideas previas. Resulta mucho más sencillo buscar algo en Internet que funcione, adaptarlo a nuestro modo de expresarnos y publicarlo, que pensar una idea desde el comienzo, o buscar otro enfoque, distinto al original.

El exceso de confianza en la tecnología es otro de los problemas que suelen describir los expertos. Por momentos, los estudiantes parecen confiar únicamente en las plataformas digitales y sus sugerencias. Más que en lo que ellos mismos pueden concebir o «pasar al papel». La tecnología debería encargarse de hacer más sencillos los procesos prácticos, no de reemplazar los lineamientos teóricos que les dan lugar.

Por último, pero no por eso menos importante, también se hace visible cierta pérdida de la creatividad. Son tantas las ideas que consumimos, ya no sólo escritas sino a través de servicios de contenidos a la carta, que alejarse de ellas es complicado. Incluso cuando tengamos la firme intención de hacerlo. Y las tecnologías, si bien tienden a optimizarse con el tiempo, suman sus propias limitaciones innatas.

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Conclusiones

Sacar conclusiones de una experiencia tan dinámica como ésta no es algo simple. Es incuestionable que la tecnología ha transformado significativamente las habilidades de escritura académica de los estudiantes. Y lo ha hecho para bien en algunos sentidos, y para mal en otros. Pero a nadie escapa que los correctores gramaticales, convertidores de audio a texto y otros similares han llegado para quedarse.

Y si bien es clave hacer hincapié en el combate contra la dependencia excesiva, el plagio y la falta de creatividad, la creencia global es que la tecnología ha ayudado más de lo que ha entorpecido la escritura académica. No sólo avalando que millones de personas se comuniquen a diario. También abriendo además nuevos mundos investigativos y de relación con sus campos de interés.


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