Si bien están entre nosotros ya hace años, es evidente que las notificas falsas cada vez dan más resultado. Basta echar un vistazo a la televisión o, especialmente, las redes sociales. Todo el tiempo estamos siendo bombardeados con noticias de dudosa procedencia. Las fake news han llegado para quedarse, y eso es indudable. Pero, ¿nos hemos preguntado por qué consiguen su cometido cada vez más rápido? Vamos con algunos apuntos al respecto.
Lo primero que tenemos que considerar, es que las noticias falsas modernas se han convertido en un asunto complejo. Una de sus características principales es que son desarrolladas para limitar la búsqueda de la verdad, al tiempo que consiguen engañar o, al menos, generar dudas en los lectores. Pero no importa hasta qué punto las fake news se sirvan de las nuevas tecnologías que van apareciendo, desde su primer día tienen algo en común: siguen explotando al máximo nuestras debilidades humanas. Y difícilmente eso vaya a cambiar.
Noticias falsas, el resultado de décadas de conocimiento
Pero aunque la implementación de las fake news a diario es una cuestión más bien novedosa, hay registros sobre su nacimiento desde hace muchísimos años. De hecho, casi dos siglos atrás, Arthur Schopenhauer examinó diferentes métodos que funcionan para producir una victoria en una discusión, con un detalle: no importa quién dice la verdad. Básicamente, podríamos decir que hoy somos una especie de audiencia de Shopenhauer.
Ya inmersos de lleno en la posmodernidad de 2020, las noticias falsas tienen efectos mucho más catastróficos que el simple triunfo en una discusión azarosa. No, hoy una fake news puede modificar el modo en el que funciona el sistema financiero de un país o mundial, puede llevar al juzgamiento en la web de una persona inocente.
Y hay algunas explicaciones para ello. Los expertos sostienen que, como el ser humano es reacio a estar evaluando constantemente si las proposiciones bajo las cuales se mueve son verdaderas, acepta aquellas que más se ajusten a sus creencias previas, y las da por válidas, sin razonar demasiado qué tan viables resulten.
Principios básicos de las fake news
Objetivos fáciles
Los sesgos cognitivos sirven para analizar los errores irracionales que se producen cuando tomamos decisiones. Y afectan a absolutamente cualquier determinación que realizamos en el día a día. Desde la manera en la que compramos productos y contratamos servicios, hasta la forma en la que tratamos a nuestros pares.
Para sobrevivir y adaptarse a los tiempos actuales, nuestro cerebro intenta simplificar el procesamiento de la información, pero esta eficiencia biológica tiene un costo muy alto. Lo que sucede es que, si bien nuestro mecanismo mental es muy efectivo desde una perspectiva biológica, sus limitaciones nos exponen a la explotación de errores. Con los conocimientos o la práctica suficiente, es fácil parea lanzar fake news y que hagan ruido.
Si, por otro lado, se produce un contexto de noticias falsas como el que estamos viviendo, incluso cuando lleguemos a la conclusión de que esa información no es veraz, instalaremos allí un punto de partida del que será difícil salir. Sumándole a ello que todo el mundo querrá salir a explicar que esa noticia no es real, dándole mayor reconocimiento incluso desde la negación, entonces es claro por qué las notificas falsas triunfan.
En otras palabras, las fake news explotan los prejuicios humanos.
Golpea primero
Una fake news es mucho más eficiente cuando otra verdadera que podría desmentirla aún no se ha producido. Podríamos decir que aquel que establece una idea primero, tendrá una mayor influencia sobre lo que piensa tanto su oponente, como alguien neutral y ajeno a la disputa. No sólo eso, se aprovechará la energía de quién acierta.
La ley de Brandolini, que indica que «la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es muy superior a la necesaria para producirla», lo explica demasiado bien. Allí está la clave de su efecto.
Además, una vez que se ha colocado una declaración en los medios, cualquiera sea, se exprime al máximo uno de los sesgos humanos más peligrosos de todos: el de confirmación. Éste postula que siempre buscaremos pruebas que vayan en la misma dirección de lo que ya pensamos, en lugar de indagar en búsqueda de otras que nos refuten. Tal es el ansia del ser humano por comprender lo que sucede a su alrededor, que para muchos es inevitable caer en la trampa. Su deseo de proclamar que entienden cómo son las cosas, es el peor consejero posible.
La estadística en el arte del engaño
Las noticias falsas pueden ser muy influyentes cuando incorporan el lenguaje secreto de las estadísticas. A final de cuentas, las mismas estadísticas pueden servir como punto de apoyo para dos ideas contrapuestas. Eso se ha demostrado innumerable cantidad de veces a lo largo de la historia, empequeñeciendo o amplificando situaciones.
Como consecuencia de ello, si una información falsa parece “suficientemente científica”, las probabilidades de que sea replicada aumentan. En la práctica, cualquier conglomerado de medios de comunicación puede captarla fácilmente con la ilusión de estar validada. Por lo tanto, el uso de esos datos en la dirección correcta, por llamarla de alguna manera, refuerza y asegura la cabida que tendrá dentro de la opinión pública.
Todo esto, incluso, cuando aplicaciones como Instagram, por mencionar alguna de las populares, están tomando medidas para evitar las noticias falsas. Pero, de momento, la batalla parece perdida.