La negativa del Banco de Inglaterra a devolver el oro de Venezuela muestra cómo incluso los gobiernos necesitan una reserva digital de valor verdaderamente independiente, descentralizada, no coercible y resistente a la censura. Ésta es apenas una de las muchas conclusiones que podemos llegar vistas las noticias de los últimos meses. Suficientes, eso sí, para interpretar que, pronto, los bancos centrales irán pronto a por los bitcoins.
Por supuesto, esto es posible porque el mundo de los bitcoins se rige por reglas muy particulares, diferentes a las del mundo financiero físico. Algunas frases como «No son tus claves, no son tus bitcoins», «No es tu nodo, no son tus reglas», y más en general «No confíes, verifica», ayudan a resumir estos conceptos.
Pero mientras que los dos últimos se refieren a la naturaleza descentralizada de la cadena de bloques y la forma en que se crea el consenso y las transacciones se agregan a la cadena de bloques de manera desconfiada, el primero resume la resistencia de bitcoin a la coerción y su falta de riesgo de contraparte.
Incluso, podríamos aplicar ese último aspecto también a otros activos de reserva, como el oro. Es decir, el oro sólo tiene valor en la medida en la que podemos sostenerlo físicamente. Caso contrario, pierde su sustento.
Venezuela, y los países pequeños, aprenden por las malas
Tras la repatriación, en 2011, de más de 160 toneladas de oro desde los EE. UU. y Europa, realizada por el carismático y entonces líder Chávez, el actual presidente Maduro intentó repetidamente repatriar 31 toneladas adicionales de oro aún almacenadas en el Banco de Inglaterra. No obstante, esta institución se niega a entregar el oro de Venezuela aduciendo objeciones legales ridículas, como el hecho de que Inglaterra ha reconocido a Guaidó como el líder «legítimo» del país sudamericano. Sin embargo, Inglaterra sólo está apoyando a Estados Unidos en un contexto geopolítico en el que los norteamericanos pretenden deshacerse de Guaidó.
Más allá de eso, y frente a esta situación vemos cómo Venezuela, y los países pequeños, aprenden por las malas. Justamente, dejar las reservas de oro en mano de cualquier estado nacional extranjero es la cosa más estúpida que puede hacerse. Podríamos decir que, «si no tienes tu oro, no eres el propietario».
De hecho, a nadie se le ocurriría pensar que China vaya a dejar sus reservas en manos de Europa; o que Rusia haga lo propio con los Estados Unidos. ¿Por qué los países chicos siguen confiando en ellos entonces?
Los bancos centrales se fijan en los bitcoins
Ahora bien, si hace apenas unos días nos preguntábamos si «¿Wall Street quiere todos tus Bitcoins?«, en esta ocasión no queremos dejar de centrarnos en otro asunto: cómo más temprano que tarde los bancos centrales de las naciones más pequeñas comprenderán que el Bitcoin es una buena alternativa. Al menos en lo que refiere a la diversificación de sus carteras, intentando cortar con la histórica dependencia del oro.
Para evitar el riesgo de terminar con las manos vacías como Venezuela, podrían optar por una solución mucho más ágil y flexible. Comprar bitcoins y luego, configurar una bóveda segura, almacenando las claves privadas en discos duros y listo. Seguro que sus bitcoins estarán allí cuando los necesiten. Sin riesgo de contraparte, sin costos de custodia y transporte, sin costos de certificación e inspección, sin tener que depositar la confianza en un otro.
Además de las necesidades de reserva de los bancos centrales, en términos mucho más amplios, las criptomonedas también pueden servir perfectamente a los intereses geopolíticos de los estados nacionales. Después de todo, sabemos que son válidos para operaciones clandestinas. En estos términos, podemos referirnos a eludir sanciones, financiar revoluciones o golpes de estado, apoyar a líderes de la oposición política en estados enemigos, etc.
Sin dudas, las agencias gubernamentales encubiertas ya pueden apreciar las características de las criptomonedas.