- A medida que la Inteligencia Artificial va ganando enteros, al punto de cambiar nuestro estilo de vida, es lógico pensar que su intervención merece varias discusiones
- No son pocos los actores del sector que pretenden que se instale alguna instancia de marco regulatorio, atendiendo a la naturaleza de alto riesgo de la Inteligencia Artificial
- Incluso cuando se parta de las buenas intenciones, las regulaciones deberán avanzar tan rápidamente como la tecnología, y eso obliga a llevar una supervisión ética constante
A medida que la Inteligencia Artificial va ganando enteros, al punto de cambiar nuestro estilo de vida, es lógico pensar que su intervención merece varias discusiones, algunas de las cuales ni siquiera se han abordado aún. En todo caso, vale la pena centrarse en aquellas que ya están plenamente instaladas, como las que abogan por la necesidad de regular el uso de esta tecnología. En efecto, aspectos como la transparencia y la supervisión ética se ubican como dos de los cada vez más relevantes en torno a la Inteligencia Artificial.
Para entender un poco mejor el contexto, podemos decir que la utilización de la IA en el sector de los negocios ha crecido en torno a un 270% sólo en los últimos cuatro años. Así lo indica Fortune Business Insights. Otras fuentes sostienen que el valor de este mercado será de más de 250.000 millones de dólares para 2025. Increíble.
Ahora bien, junto con ello, no son pocos los actores del sector que pretenden que se instale alguna instancia de marco regulatorio, atendiendo a la naturaleza de alto riesgo de la Inteligencia Artificial. Y es que no hablamos de nuevas cuestiones que pudieran sorprendernos, sino de otras actividades que ya hemos naturalizado, para mal.
¿Cuáles son las últimas normativas en vigencia?
Uno de los principales inconvenientes que presentan estos avances es que, por el mismo intento de intentar abarcar todos los efectos de la Inteligencia Artificial, muchas veces esa misma amplitud consigue que no se cubra nada.
Tenemos casos muy puntuales, como cuando se utiliza la IA en las campañas de marketing y ésta, por sus mismas falencias, pierde de vista ciertos trastornos alimentarios que pueda sufrir el cliente, poniendo en peligro su salud. Cabe preguntarse, entonces, cuáles son los límites de esta tecnología.
Los líderes empresariales deben hacer un balance completo de este proceso digital. Y preguntarse sobre el uso de datos para ver si están en línea con las nuevas regulaciones. Incluso con su propia moral.
La conclusión más importante para los líderes empresariales que analizan estas regulaciones es que no falta demasiado tiempo para que se produzcan juicios basados en el uso de esta tecnología. Como consecuencia de ello, si no quieren cumplir todo tipo de penas, lo mejor que pueden hacer es acogerse a las normativas cuanto antes.
Las nuevas reglas de IA, diferentes al GDPR
Cabe destacarse, al mismo tiempo, que estas nuevas reglas alrededor de la Inteligencia Artificial, poco tienen que ver con el Reglamento General de Protección de Datos del Parlamento Europeo y Consejo de la Unión Europea. Aunque tienen algunos puntos en común, como que utilizan conceptos y motores de ingeniería semejantes. son medios diferentes que pretenden llegar a ese mismo propósito.
Para los usuarios de a pie, esto cambiará las cosas exactamente del mismo modo en el que lo hizo anteriormente el GDPR. Es decir, aportando más control personal sobre los datos, y haciendo énfasis en nuestra privacidad.
En esencia, esto cambiará las cosas para la persona común de la misma manera que lo hizo el GDPR, generando más control personal de los datos y un mayor énfasis en los derechos y la equidad.
Expertos como los de NewVantage aseguran que ya el 90% de las multinacionales pioneras en sus segmentos realizan inversiones continuas en IA, y esa tendencia irá a más próximamente, alentando este pensamiento sobre la necesidad de tener una transparencia sobre la Inteligencia Artificial y sus usos.
Las regulaciones cambiarán rápidamente, es un hecho
Pero que esa transparencia en torno a la Inteligencia Artificial sea posible, dependerá en buena parte de cuánto tiempo y dinero se dedique a ello. Porque incluso cuando se parta de las buenas intenciones, las regulaciones deberán avanzar tan rápidamente como la tecnología. Esto obliga a llevar una supervisión ética constante.
La falta de personal capacitado y experimentado es una restricción esperada en el crecimiento del mercado de la IA. Se debe ofrecer capacitación en ética tecnológica al personal clave. Muchas organizaciones, como The Open Data Institute, ofrecen cursos introductorios a la ética de los datos, que duran apenas unas horas.
Por otro lado, los empresarios que se ocupan de áreas sensibles, como contrataciones o créditos, tendrán que adaptar muchas de sus prácticas a estos avances. Y eso les provocará cierta frustración inicial.
Para los pequeños emprendedores, ésta es una interesantísima oportunidad de adecuar sus entornos de trabajo, adaptándose antes y mejor, y recortando distancia con los grandes competidores.
Eliminando sesgos peligrosos
Alcanzar la transparencia en la Inteligencia Artificial puede llevar algún tiempo. Especialmente si se trata de una organización con mucha tecnología detrás, pero estos principios deben aplicarse cuanto antes.
Es fundamental recordar que, aunque estas regulaciones están lejos de ser perfectas, son un paso hacia la democracia y la justicia. Eso permitirá evitar situaciones tan desagradables como del caso Robert Williams en Detroit el año pasado, preso por más de 30 horas sólo porque un sistema de Inteligencia Artificial indicó que guardaba un parecido físico notable con un criminal. Es menester que empresas e instituciones trabajen en ello.