Desde que Donald Trump ganó las elecciones de Estados Unidos, el Euro ha sufrido una caída pronunciada, consolidándose como la moneda con peor desempeño este mes. Aunque esta caída del Euro puede parecer abrupta, en realidad, indica problemas subyacentes en la eurozona que no se pueden ignorar.
Problemas que están afectando al Euro
Uno de los motivos más eminentes es la estructura profundamente sobrerregulada de la Unión Europea. Las excesivas regulaciones encarecen la mano de obra y limitan la flexibilidad de las empresas, reduciendo la competitividad frente a otras economías más flexibles. Esto se suma a los defectos estructurales del Euro, que, lejos de actuar como una moneda cohesionadora, refleja las desigualdades económicas entre los países miembros.
También, el sector manufacturero europeo está en una presión constante. La competencia de China, con costos de producción más bajos y una capacidad industrial imponente, sigue aplastando a los fabricantes europeos. Esto se evidencia en el Índice de Gerentes de Compras (PMI), donde el manufacturero cayó aún más en noviembre, marcando 45,2 frente al 46 del mes anterior. El sector servicios, que en teoría debería compensar, también entró en contracción (49,2 frente a 51,6 previo). Con un PMI compuesto de 48,1, la actividad económica europea se encuentra en terreno negativo, generando serias preocupaciones sobre su estabilidad.
A estos problemas se suman los persistentes problemas con el suministro y los elevados costos energéticos. Europa, dependiente de fuentes externas de energía y afectada por decisiones políticas que priorizan los compromisos climáticos sobre la viabilidad económica a corto plazo, encuentra difícil competir con países donde los costos de producción son más bajos.
Además, salvo contadas excepciones como ASML, líder en el sector de semiconductores, Europa no cuenta con potencias tecnológicas capaces de competir a nivel global. Esto contrasta con Estados Unidos y China, que han consolidado ecosistemas tecnológicos robustos, indispensable para el crecimiento económico moderno.
Además, las políticas monetarias de los bancos centrales europeos tienden a priorizar los intereses de los países con mayores problemas económicos, como Francia, Italia y España -sí, España también-. Esto está causando tensiones entre los miembros más fuertes y los más débiles, dificultando la implementación de estrategias unificadas.
Tampoco se puede olvidar la inmigración masiva, que lejos de ser gestionada correctamente, se percibe como otro gran problema. La falta de integración eficiente y políticas laborales que aprovechen el talento de los inmigrantes refuerzan las tensiones sociales y económicas.
T, por si fuese poco, el liderazgo político está inspirando 0 confianza. Con figuras polarizadoras y, a menudo, criticadas por su aparente desconexión con los ciudadanos -sólo hace falta ver cómo se está gestionando la catástrofe de la DANA en Valencia y el descontento de los españoles por la ineficiente actuación política-, las decisiones parecen priorizar la burocracia sobre la acción efectiva. Mientras que Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, encabeza una institución que muchos consideran alejada de la voluntad popular.
Flexión final
En conjunto, estos motivos explican la debilidad del Euro y plantean un futuro incierto para la eurozona. Sin reformas estructurales y un claro enfoque hacia la innovación, competitividad y cohesión, Europa podría seguir perdiendo terreno a nivel mundial.