China y Estados Unidos vuelven a cruzar estrategias en un tablero que trasciende lo económico. A partir de hoy, se detienen por completo las exportaciones de galio, germanio y antimonio desde China hacia Estados Unidos, consolidando una postura que, desde mediados de 2023, venía tomando forma con restricciones graduales.
Esta decisión, comunicada oficialmente tras el último anuncio de restricciones estadounidenses, dibuja un escenario de interdependencia desmoronada y recalibración forzosa de las cadenas globales.
Restricción de Galio, germanio y antimonio
El galio y el germanio, elementos esenciales para industrias como la de semiconductores y telecomunicaciones, llevan meses bajo estrictos controles de exportación en China, que obligan a los productores a obtener licencias especiales para operar internacionalmente.
En agosto de este año, el antimonio, metal utilizado en tecnologías militares y energéticas, ingresó en la misma categoría restrictiva. Ahora, el acceso de Estados Unidos a estos recursos queda bloqueado casi por completo. Como resultado, el precio del trióxido de antimonio se ha disparado un 228 % desde enero, reflejando la magnitud del desabastecimiento global.
Los metales en cuestión son mucho más que simples materias primas; su relevancia estratégica abarca desde la fabricación de semiconductores hasta aplicaciones militares críticas como municiones, sistemas infrarrojos y tecnologías de visión nocturna. También, la prohibición se extiende a materiales superresistentes, como diamantes sintéticos, utilizados en herramientas de corte y recubrimientos especializados.
China, que domina gran parte de la producción mundial de estos materiales, deja un vacío que obliga a otras naciones a buscar alternativas urgentes, aunque con reservas limitadas y cronogramas poco alentadores.
El movimiento chino parece una respuesta directa a las sanciones impuestas recientemente por Estados Unidos. Estas sanciones, que incluyen la inclusión de 140 organizaciones chinas en la Lista de Entidades y nuevos límites a la exportación de tecnología avanzada, buscan frenar el desarrollo de capacidades tecnológicas militares en China. Esta dinámica ha llevado a China a intensificar sus esfuerzos por lograr mayor autonomía tecnológica, impulsando desarrollos como los chips de Huawei para inteligencia artificial.
La cuestión de fondo es más profunda
¿Hasta qué punto puede mantenerse el actual modelo de globalización en un contexto donde los recursos estratégicos se convierten en armas de negociación geopolítica?
La dependencia histórica de Estados Unidos de los recursos chinos es una realidad difícil de revertir de inmediato. La producción local de níquel, otro recurso crítico, enfrenta un horizonte incierto, con su única mina nacional prevista para agotarse en 2028.
La pugna entre estas dos potencias cambia los parámetros del comercio global, y también los de la soberanía tecnológica y económica.