La principal razón para comprar un proyector es disfrutar de una imagen de gran tamaño que, al llenar casi toda la pared, resulte cautivadora y sorprendente. Pero usar una pared pintada como pantalla tiene efectos negativos tanto en la claridad como en la calidad visual, ya que la superficie, con su textura propia y las irregularidades de la pintura y el yeso, deteriora la nitidez y reduce la resolución percibida. Se pierden los finos detalles y disminuye la resolución percibida.
La comparación entre una pared y una pantalla de proyección se hace evidente al observar de cerca las diferencias: mientras la pared muestra la textura inherente a la pintura, una pantalla de proyector ofrece una superficie mucho más lisa y uniforme, permitiéndole que los colores se reproduzcan de manera más pura y el brillo de la imagen se maximice sin interferencias.
Además, las pantallas de proyección están diseñadas para que el reflejo de la luz sea neutro, sin distorsionar los colores originales de la imagen. Algunas incluso mejoran el brillo y el contraste dependiendo del material con el que estén fabricadas. En cambio, una pared pintada carece de estas propiedades y puede alterar los colores y reducir el brillo de la imagen proyectada. Esto pasa aún más en proyectores de alcance ultracorto (UST), que requieren una pantalla con rechazo de luz ambiental (ALR) para conseguir los mejores resultados.
Y no se puede dejar de lado al contraste. Los proyectores, en general, ya tienen dificultades para alcanzar niveles de contraste comparables a los de los televisores. Si se proyecta sobre una pared que reduce el brillo o eleva los niveles de negro, el rendimiento del proyector se ve afectado considerablemente. Aunque los fabricantes publican elevadas cifras de contraste, en la práctica estos valores suelen estar inflados y no reflejan con precisión el rendimiento real en un entorno doméstico.
Opciones para no usar la pared como pantalla del proyector
Para aquellos que han invertido en un proyector, es recomendable destinar una parte del presupuesto a una pantalla adecuada. Y no es necesario gastar grandes sumas. Por ejemplo, si el proyector costó alrededor de 1000 euros -como el Loewe We. BEAM-, es buena decisión destinar unos 100-150 euros en una pantalla de calidad. A medida que el costo del proyector aumenta, también es recomendable invertir más en una pantalla que permita aprovechar al máximo su capacidad.
Las pantallas de proyector pueden ser de marco fijo, que proporciona una superficie estable y de calidad, funcionando de manera similar a un televisor montado en la pared. Mientras que las pantallas retráctiles ofrecen flexibilidad, permitiendo ocultarlas cuando no se están utilizando, e incluso hay modelos motorizados que pueden desplegarse automáticamente al encender el proyector. Y para quienes necesitan movilidad, una pantalla portátil es una alternativa práctica, ya que puede guardarse cuando no se usa y transportarse con facilidad.
Pero, si aún así se desea usar la pared, existe pintura para serigrafía que puede ser una solución viable, aunque requiere un esfuerzo para obtener un acabado uniforme. Y por lo que puede costar la pintura y el esfuerzo, no suele compensar la mayoría de las veces.