La ecualización del sonido se configura para ajustar los niveles de cada frecuencias, permitiendo crear un perfil sonoro adaptado a cada género y al gusto de cada persona. Consiste en distribuir equilibradamente los decibelios en cada rango, de modo que ningún segmento de frecuencia predomine sobre los demás.
Tal distribución se representa gráficamente mediante una curva en la que el eje horizontal abarca las frecuencias y el vertical indica los decibelios. Una curva uniforme, sin abruptos aumentos ni disminuciones, reproduce el sonido tal como fue concebido por el productor y el intérprete, siendo muy valorado por quienes prefieren mantener la pureza de la mezcla original.
Pero no tod@s tienen el mismo gusto. Además, dependiendo del dispositivo donde se vaya a escuchar la música, puede convenir configurar la ecualización. Por ejemplo, cuando se utilizan auriculares de consumo que, en ocasiones, vienen preconfigurados con un mayor realce en las bajas frecuencias.
Para hacerlo se puede usar un software de ecualización en el ordenador, tableta o móvil, permitiendo modificar las frecuencias de manera digital con gran precisión. Por otro lado, quienes disponen de un sistema de audio de alta fidelidad pueden optar por utilizar un ecualizador físico, que ofrece un control tangible y directo sobre cada banda de sonido.
Ajustes para los géneros de música populares
La tarea consiste en modular los graves, agudos y medios de manera que cada canción se escuche con la sutileza que permite resaltar sus matices sin distorsionar la intención original de la composición. Obviamente, esta personalización se vuelve un proceso de afinación sonora, en el que la exactitud en la representación de cada instrumento y voz es fundamental para mantener la integridad de la pieza musical.
En la música pop
La música pop, con su marcado acento en las voces nítidas y líneas de bajo que incitan al baile, se beneficia de un leve incremento en las frecuencias bajas entre 90 y 200 Hz.
Así que es preferible moderar la amplificación de las frecuencias subgraves por debajo de 60 Hz para evitar que el sonido se vuelva excesivamente vibrante y desequilibrado.
Al mismo tiempo, aumentar ligeramente la presencia en el rango de 1 kHz a 5 kHz hace que las voces se distingan sin opacar otros elementos.
Rock y country
En estos géneros, donde se valora que se perciban con claridad la guitarra y la voz, se recomienda realzar suavemente los medios-agudos, particularmente en el intervalo de 1 kHz a 4 kHz, para enfatizar estos instrumentos y voces.
Aquell@s que optan por un sonido con mayor presencia de graves pueden dedicar atención al rango de 90 Hz a 200 Hz, mientras que para destacar la percusión, es aconsejable aumentar un poco las frecuencias superiores a 8 kHz, evitando llegar a un timbre metálico o estridente.
Géneros urbanos: hip hop y R&B
Para este estilo de música, interesa acentuar el tratamiento de las líneas de bajo y las voces, lográndose con un sutil incremento en los medios-altos entre 1 kHz y 5 kHz, junto con un moderado realce en los graves, alrededor de 150 Hz.
Y los que disfrutan de percusiones más marcadas, es idóneo elevar levemente los agudos a partir de 7 kHz, siempre manteniendo el balance para que el sonido no se vuelva agresivo.
Música electrónica
La música electrónica, que suele ir con ritmos intensos y bajos contundentes, se escucha mejor con una curva con forma de V moderada, en la que se potencian sutilmente los graves y subgraves en el rango de 20 a 200 Hz, y se añade un ligero aumento en la zona de alrededor de 5 kHz para acentuar ciertos matices rítmicos, sin rebasar límites que puedan resultar molestos al oído.
Grabaciones de streaming
En la producción musical, así como en la grabación de audio hablado y podcasts, se vuelve imprescindible la configuración neutra del ecualizador. Quienes trabajan en la creación, mezcla o masterización de pistas quieren preservar la autenticidad de cada instrumento y voz, por lo que una curva plana permite reproducir fielmente lo que fue concebido en estudio.
Si se usan auriculares o una barra de sonido que añaden un realce excesivo en los graves, puede suceder que la interpretación final se distorsione respecto a la intención original del productor. En estos casos, se recomienda moderar las bajas frecuencias, sobre todo entre 90 y 200 Hz, y potenciar discretamente la zona de 1 kHz a 5 kHz para conseguir una representación más natural de las voces.
Por último y de la misma manera, en situaciones donde no es nada buena la captura del audio, pequeños ajustes pueden corregir distorsiones, como atenuar el exceso en los graves o realzar con sutileza los medios-altos, hasta alcanzar un balance armónico que permita apreciar cada detalle.
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