Los triunfos absolutos de los servicios y/o programas de las empresas monopólicas relacionadas a la tecnología e informática son definitivamente efímeros, ya que un día pueden gozar de absoluta predilección por parte de los usuarios, pero al tiempo después siempre caen frente a la competencia, sea de una mayor envergadura o no.
Claro ejemplo de lo mencionado es el tema de los navegadores, ya que el reinado de Internet Explorer de Microsoft está por llegar a su fin, y su inminente derrota no será ante el que lo secunda, FireFox de Mozilla, sino por el que actualmente ocupa el tercer lugar, Chrome de Google. A pesar de los vagos y confiados esfuerzos de Microsoft por mantenerse en su cómodo primer lugar, y de los intensos esfuerzos de Mozilla en explotar al máximo y depurar los códigos del FireFox (que pasó de su versión 6 a 7 en menos de dos meses), Google Chrome ha sabido sacarle el jugo en cuestión de funcionalidad, aspecto, personalización (algo que siempre sirve de tela de araña dulce para atrapar a los usuarios), y aplicaciones, a su navegador, y definitivamente empiezan a cosechar lo sembrado.
En cuestión de cifras la cosa va así: 41.7% para IE, 26.8% Firefox, 23.6% Chrome, Safari de Apple 5.2%, Opera 1.7%, otros navegadores 1%.
El ser el navegador por defecto del sistema operativo más utilizado del mundo, Microsoft Windows, ya no es ventaja competitiva en estos tiempos.