Investigadores de la Universidad de Columbia y el Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York, han comenzado a distinguir dentro del centro de la emoción del cerebro el «circuito» que procesa la sorpresa de aquel que gestiona el valor de aversión o de recompensa de un estímulo.
Según los científicos, los animales y los humanos aprenden a aproximarse y a relacionarse con los estímulos placenteros y evitar y defenderse de aquellos que producen aversión, y su intensidad aumenta cuando se producen por sorpresa.
Los investigadores centraron su estudio en la amígdala, conocida por ser el centro cerebral que procesa la sustancia emocional de las entradas sensoriales y ayuda a dar forma a la respuesta conductual a esas entradas.
Hicieron unos experimentos con monos en los que los investigadores vieron la actividad de las neuronas dividiéndolas en dos tipos. Algunas respondían a los estímulos de recompensa y los que provocaban aversión.
Los autores concluyen que estos diferentes tipos de propiedades de la respuesta podrían subrayar el papel de la amígdala en múltiples procesos asociados a la emoción, incluyendo el refuerzo del aprendizaje o la atención.